Imagen: Middle Savagery |
Greg Tito ha llamado
la atención sobre un tema delicado, pero sumamente interesante: el dilema del
colonizador en Civilization de Sid Meier.
Greg reporta haberse enterado del dilema durante una sesión de Civilization V, pero este existe desde
que la primera versión de Civilization
fue publicada, en 1991. El dilema del colonizador consiste en lo siguiente: cada
partida de Civilization comienza con
una unidad sobre el mapa, un colonizador, cuya función es fundar la primera
ciudad de nuestra civilización. No obstante, también existe la posibilidad de
que el colonizador, en lugar de fundar la primera ciudad inmediatamente, se
mueva hacia un espacio continuo o cercano para fundar la ciudad en una posición
más privilegiada que la inicial. Los jugadores de Civilization pueden dividirse entre quienes no mueven el
colonizador y quienes mueven el colonizador. La división no se limita a los
jugadores, sino que alcanza a los propios programadores y diseñadores de Civilization y hasta al propio Sid
Meier. Personalmente, yo me encuentro en el grupo de los que no mueven el
colonizador. Leyendo el reportaje
de Greg, me enteré de que Sid, el creador, también se encuentra en este bando:
un punto para los estacionarios.
La razón básica para defender la posición de los estacionarios es que, al principio de
cada sesión, resulta crucial conseguir avances importantes en la productividad
general para no quedar atrasado con respecto a las otras civilizaciones y ser
eventualmente derrotado por su superioridad tecnológica y bélica. El argumento
de los exploradores es que resulta
posible encontrar una ubicación mejor (más productiva) que la original y esto
redundará en un mejor desarrollo futuro. La respuesta inmediata de todo buen estacionario será que no es posible
recuperar la producción que no fue percibida durante el primer turno de la
sesión, que el explorador utilizó en
mover al colonizador, y que esta pérdida (lucro cesante) marcará una diferencia
importante y difícil de remontar con las otras civilizaciones.
Greg Tito observó un experimento en el cual se compararon
tres escenarios: 1) el colonizador funda la primera ciudad inmediatamente, 2)
el colonizador se mueve un espacio (pierde un turno) y funda la primera ciudad
en una posición contigua a la original y más productiva, 3) el colonizador se
mantiene en la posición original, pero no funda la ciudad hasta el segundo
turno de la sesión. El resultado del experimento, que permitió el avance de las
sesiones bajo el control de la inteligencia artificial, fue que la segunda
opción (la de los exploradores)
redundó en mejores resultados que la primera (la de los estacionarios). En tanto, la tercera opción (de control) condujo a
resultados catastróficos: la destrucción de la civilización por un grupo
enemigo.
Parece positivo que se someta el dilema a condiciones de
laboratorio para hacer mediciones precisas al respecto, pero hasta el momento
no se ha hecho más que un experimento y este se llevó a cabo bajo estrictas
medidas de control, las cuales incluían reducir el número de civilizaciones
competidoras a una sola y eliminar la presencia de los bárbaros. Por lo
anterior, el experimento observado por Greg no resulta suficiente para alcanzar
ninguna conclusión científica por ahora: se requieren más experimentos y varias
horas de observación para alcanzar un grado de certeza aceptable.
Por otra parte, el criterio de distinción en este dilema no
es exclusivamente científico ni efectista. Si fuera un hecho que fundar la
ciudad de inmediato marcara una desventaja irreversible en comparación con
fundarla en una posición cercana o adyacente a la original, entonces nadie
fundaría la primera ciudad en la posición original del colonizador. La práctica
demuestra que es posible obtener buenos resultados en ambos escenarios, si bien
es posible que uno de ellos requiera más esfuerzo que el otro: la investigación
científica tiene la tarea de dilucidar cuál.
¿Cuál es, entonces, el criterio de distinción que separa a
los leales seguidores de Sid Meier estacionarios
y a los infieles exploradores? La
respuesta que propongo ahora no pretende ser comprehensiva, pero explica al
menos mi propia preferencia por la fe estacionaria.
El espíritu de Civilization como
videojuego de estrategia es que el jugador sea capaz de enfrentar y asumir las
condiciones dadas aleatoriamente por el juego y triunfar sobre ellas a pesar de
lo adversas que resulten. Es cierto que mover el colonizador existe como
posibilidad tanto al momento de comenzar la sesión como en la mitad de ella,
por lo tanto, el mandato de no mover el colonizador durante el primer turno
tiene un fundamento moral, no técnico. Al mover el colonizador hacia una
posición más productiva, estamos aprovechando abusivamente una posibilidad
técnica del videojuego, porque la respuesta esperada desde todo jugador en el
primer turno de una sesión de Civilization
es que funde la primera ciudad de su grupo sin esperar a que los otros lo hagan
antes. Una demostración efectiva de este deber se constata al observar lo que
hacen las civilizaciones dirigidas por la inteligencia artificial: todas ellas
fundan su primera ciudad en el lugar donde resultaron aparecer sus
colonizadores.
Por supuesto que no podemos impedir por decreto que los exploradores lleven a cabo sus inmorales
prácticas, pero sí podemos advertirles que su desempeño corrompe el espíritu de
Civilization y que están llevando
demasiado lejos el concepto de estrategia cuando pretenden aprovechar incluso
lo que es posible, pero no intencional, para conseguir sus metas.